El Maestro Jesús y la Semana Santa

Tenemos en nuestra cultura dos épocas muy importantes y reconocidas, en las que la vida y misión del “Maestro Jesús”, que en planos espirituales es llamado “Sananda”, es adorada y reverenciada: La Navidad y la Semana Santa.Se nos ha enseñado a ver a Jesús como la “Divinidad Encarnada”, la Divinidad expresada en una personalidad humana, y se le ha llamado el “Hijo Único de Dios” y el “Redentor del mundo”.

Aunque sus mensajes han sido interpretados de muchas formas, algunas de ellas contradictorias entre sí, lo más importante es que la vida de este “Gran Maestro de Amor”, reverbera en las mentes y en los corazones de muchos seres de todas las culturas.El Maestro Jesús vivió en un momento y lugar enmarcados por grandes conflictos sociales y culturales, en una sociedad invadida por una potencia extranjera que imponía sus propias leyes y en un pueblo con profundas y rígidas creencias religiosas, que entraron en conflicto frontal con la visión amorosa, universal e integradora que trajo el Maestro Jesús.

Solo unos pocos seres, en ese momento histórico, abrieron sus mentes y corazones a la “Buena Nueva” del “Maestro de Luz”, mientras que otros, al no entender su mensaje, le despreciaron y condenaron.

Han pasado 20 siglos de la venida de este “Gran Avatar” (Guía espiritual-Regente de una Era), y aún no sabemos qué parte de su historia y de sus mensajes se ha distorsionado y perdido a través del tiempo, pero sí sabemos y creemos que su vida y misión fueron una “Encarnación del Amor”, una invitación a reconocernos todos como “hijos de Dios”, con las mismas potencialidades y derechos, con las mismas posibilidades de expresión, a través de un proceso de evolución y de “autoreconocimiento”.

Un mensaje recurrente, de los “Ángeles y Maestros de Luz”, canalizados a través de la misión Aymaluz, es el siguiente:“Podemos comunicarnos con vosotros, porque la Luz que nos habita, es la misma Luz que os habita. La diferencia entre vosotros y nosotros es que, nosotros sí reconocemos nuestra Luz, y vosotros aún estais en ese camino de autoreconocimiento”.

Aún con toda la sabiduría y bondad que nos brindó el Maestro Jesús, aquella tierra donde él nació y murió, es hoy en día uno de los lugares de mayores divisiones y conflictos del planeta, por las creencias religiosas, por la lucha asociada a la posesión de las tierras y en general por la intolerancia y falta de sentido de hermandad. El amado Maestro Jesús trajo una Gran Luz a la humanidad y su vida toda es un legado, pero la tan anhelada llamada “Redención” o “Salvación”, es un proceso personal e individual.

Cada ser humano tiene que asumir la responsabilidad de su propia existencia y está llamado a liberarse de toda oscuridad, ignorancia y limitación.Los Angeles y Maestros de Luz son “canales” de expresión del Amor y la Sabiduría Divina y Eterna, que de una forma amorosa e incondicional nos acompañan en nuestros procesos de ascensión como individuos, como humanidad y como planeta, pero tenemos un “libre albedrío” y por lo tanto, cada uno a su tiempo de madurez, estará listo para que la semilla plantada por el Maestro Jesús y por muchas otras “Grandes Almas”, germine y de frutos en las mentes y corazones de cada ser.

Te invitamos a vivir esta “Semana santa” de una manera más conciente, reflexiva y profunda. Que sea una oportunidad para reforzar los vínculos de amor con todos los seres, lo cual incluye no solo a los humanos, sino también a todas las formas de expresión de la vida. Que podamos decir con San Francisco: “hermano sol, hermana luna”, y que seamos seres reverentes del creador y de todas sus criaturas. Que a través de las diferentes celebraciones ritualísticas, no nos quedemos atrapados en las formas, ni en una percepción de una imagen “dolorosa” y trágica de Jesús.

El Maestro no nos invita a la “lástima” ni a la culpa por su muerte, él nos invita a la vida y al “Banquete del Amor”, para que podamos vivir “el cielo en la tierra”, iluminando cada experiencia de nuestras existencias y comprendiendo el propósito sagrado al encarnar en este planeta.

Ramón Elías Acosta C.